Sin querer herir sensibilidades, a continuación, quiero exponer mi opinión acerca de la problemática del lobo, que tanto afecta a la provincia de Ávila.

Ya es rara la semana en la que no veamos en un medio de comunicación provincial que una ganadería de nuestra provincia ha sufrido el ataque del lobo. Como aquellas historias que nos contaban nuestros abuelos, que nos parecían leyendas y más a los que nos han criado en los pueblos de Ávila, que en nuestra niñez nos alertaban de que venía el lobo, pero este nunca llegaba. Tristemente la historia ha cambiado y desde hace unos años en nuestra provincia la leyenda se ha convertido en realidad. Quien sufre las consecuencias son los ganaderos y los animales a los que cuidan.

Por un lado, está el ganadero, que sufre las trabas administrativas de este país, como cualquier pequeño empresario y en el caso de los ganaderos, su sacrificio, su trabajo y su dedicación exclusiva pasa por otras problemáticas como pueden ser las inclemencias meteorológicas, enfermedades en el ganado y ahora los brutales ataques de los lobos.

Por otro lado, tenemos a los animales, que desde mi punto de vista no están siendo protegidos en igualdad de condiciones. Parece que la vida de un cordero o ternero no valga más que la de un lobo para los ultradefensores de los animales que tan bien subvencionados están con los impuestos de todos, incluido con los de los ganaderos que tantas pérdidas tienen cuando padecen en sus explotaciones estos terribles ataques.

Llegados a este punto, yo creo que el buenismo que nos hacen creer que hacemos si defendemos al lobo, le mimamos y protestamos cuando se habla mal de él o se piden medidas para que no arrase con el ganado, se cae por su propio peso, al no valorar igual la vida de los animales que son víctimas del lobo.

Hablando con ancianos que habían sido pastores, esos que guardaban los rebaños en la segunda mitad del siglo XX e incluso antes, me cuentan como realizan sus ataques algunos animales. Aseguran haberlo visto con sus propios ojos y yo al no ser testigo, no quiero dar veracidad a estos testimonios ni quitarles esa veracidad, tan solo expongo aquí lo que uno de los ancianos me contó: “Estaba yo en la cima del cerro y mucho más abajo, en el río, divisé como un zorro fue a atacar al cordero más débil del rebaño, se ponía delante de él, le cortaba el paso, le mordía y se echaba encima de él. Al bajar yo corriendo voceando, el zorro se asustó y huyó. Lo que quiero decirle es que el zorro, buscaba comida y al animal más débil, sin embargo, meses antes entró el lobo donde mis ovejas y se comió una, pero mató a otras catorce mordiéndolas en el cuello, matándolas por matar.”

Este testimonio de aquel viejo pastor, he querido compartirle con vosotros, porque nos da una visión distinta de lo que solemos oír, a la vez que aprendemos cosas que desde el sillón del despacho no vemos.

Ya suena a cachondeo lo que he oído en algunos lares: “aquí se dedicaron a repoblar y echarnos más lobos.” Sí esto es así, las responsabilidades de esta problemática van más allá de dónde la gente que no conoce el mundo rural, puede pensar.

Los políticos actuales son los que tienen que poner una solución a este problema y no deben demorarse más en el tiempo, ni dar largas a ganaderos o defensores de los animales.

Desde mi más profundo desconocimiento de las costas o posibilidades que hay, pregunto; ¿No podemos capturar a los lobos que se pueda y enviarlos a una reserva preparada para ellos?

Y por acabar y expresando mi más humilde opinión, sería un método de acabar con la problemática del lobo en la provincia y no herir las sensibilidades de aquellos defensores de los animales humildes, que los habrá, porque la sensibilidad de los que defienden algo por recibir un dinero, sinceramente, no me la creo.